He comprobado durante este verano –guiado por la inteligente visión de Forges y EL ROTO publicada en el diario EL PAIS- un incremento notable de las visitas a OLEOPOLIS, algo nada extraordinario para los analistas de la blogosfera, donde parece existe cierta efervescencia estival. En mi caso, junto a la repercusión de algún generoso enlace, las nuevas visitas eligieron de manera destacada la lectura de un mismo post, titulado “Definición de turismo”, donde más que ofrecer una definición cerrada, establecía alguna de las dudas que asaltan a un modesto observador de la actividad turística. Vistas las dudas abiertas y el éxito de lecturas –lamentablemente no de comentarios, ¡por favor háganlos!-, decidí numerar una serie de cinco notas encadenadas a un hilo re definidor del turismo a partir de sus mismas crisis. Llega la hora de poner unos puntos suspensivos al tema, y lo hago aprovechando la lectura de unas ideas, que aunque escritas hace una década, están de lleno en la base de mis últimas y también espero, futuras reflexiones. Del mismo modo que las viñetas que cierran esta serie de indefiniciones cabalgan desde el viaje aventurado de dos compañeros perdidos en la inmensidad de la mancha, hasta la perspectiva de la ruta voraz de flujos invasores, el turismo sigue tras su definición perdida, como señalaba un reciente dossier de la revista TÉOROS.
Las ideas a las que me refería están tomadas de una deconstrucción del propio concepto de turismo, extraídas del libro Touring Cultures. La hipótesis de partida no era otra que demostrar algo que diez años después, forma parte de la aceptada tertulia turística, esto es, que el turismo constituye una práctica cultural. Pero vale la pena recordar el desarrollo de esa premisa, añadiendo que turismo y cultura se superponen; que el turismo es un exponente básico de la movilidad contemporánea en las sociedades occidentales; que el turismo debería ser analizado acudiendo a las temas, teorías y conceptos propios del análisis cultural, en particular los conceptos de tiempo y espacio; que el turismo no tiene entidad propia de ciencia social; particularmente significativo resultará en el análisis cultural, la consideración de los sentidos humanos, en particular el sentido de la vista; y ninguna de las supuestas esencias del turismo, provoca el tipo de deseada unidad conceptual, como la noción de “huída”.
Sin duda discutibles, algunas afirmaciones parecen casi obviedades, que sin embargo no encuentran fácil acomodo en las constreñidas definiciones generalmente aceptadas por el establishment político y económico de la actividad turística, a la hora de presentar sus análisis. Sin duda que dos revoluciones vividas en su explosión en la última década, deben sumarse, entre otras nuevas entradas de conocimiento, a la revisión conceptual del turismo: las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y la problemática / sensibilidad medio ambiental, que junto a otros cambios socioculturales, han modelado una realidad que trasciende sin duda a las viejas definiciones generalmente aceptadas de turismo.
Los que vivan en Andalucía, como quien escribe, pueden profundizar en esta elucubración teórica en alguno de los inminentes congresos y reuniones científicas que me permito anunciar:
– VII CONGRESO TURISMO Y TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LAS COMUNICACIONES. MARBELLA (MÁLAGA) 25 y 26 de septiembre de 2008
– CONFERENCIA INTERNACIONAL “El Conocimiento como valor Diferencial de los destinos turísticos”. Málaga 29-31 de Octubre de 2008.
– II Congreso Nacional de Planificación, Dinamización y Calidad en Destinos Turísticos. «La Señalización aplicada al desarrollo de destinos y de productos turísticos«. Córdoba, 16 y 17 de Octubre de 2008.
– IV Congreso Nacional de Marketing y Comercialización Turística. Priego de Córdoba, 15, 16 y 17 de Octubre de 2008.
DEFINICIÓN DE TURISMO (III)
OLEOPOLIS 