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TERRE NATALE, NATIVE LAND

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En un mundo globalizado y envuelto en una crisis ecológica sin precedentes que le sitúa en una era meteopolítica, donde “el poder está en el aire”,  la exposición TERRE NATALE plantea una reflexión acerca de las raíces humanas y las cuestiones identitarias.  El cineasta y fotógrafo Raymond Depardon da la palabra a quienes queriendo permanecer en su tierra se ven ante la amenaza de partir, en tanto que el sociólogo y urbanista Paul Virilio analiza el concepto mismo de sedentarismo frente a los grandes fenómenos migratorios. El primero viaja a Chile, Etiopía, Bolivia, o Brasil para encontrarse con nómadas y campesinos amenazados con la desaparición o cuando menos con la marginalidad fruto de la mundialización. A la par, Depardon, filma un viaje silencioso donde a lo largo de catorce días, reinventa el viaje de Verne para vivir la experiencia de la globalización y la disminución de las distancias, lo que le lleva de Washington a Los Angeles, de Honolulu a Tokyo, Ho Chi Minh, Singapour y Ciudad del Cabo.

En su segunda parte, la exposición abierta hasta mediados de marzo en la sede parisina de la Fundación Cartier, plantea bajo la dirección de Paul Virilio el modo en que el sedentarismo y el nomadismo han cambiado la naturaleza. El sedentario es aquel que está en cualquier parte mientras permanece en su casa conectado al móvil, el ordenador, el ascensor, el avión, la alta velocidad… Por el contrario, el nómada es aquel que no está en ninguna parte estando en su casa. La aceleración de los movimientos es de tal magnitud que se estima que más de 200 millones de personas se verán obligadas a desplazarse antes del 2050, en un éxodo forzado por la mundialización y el cambio climático, poniendo de relieve la finitud del espacio geográfico, la desaparición de la grandeza del mundo hasta configurar una nueva ciudad, la “otra ciudad” o ciudad del exilio urbano, de estaciones y aeropuertos, los futuros espaciopuertos. 

De este modo el concepto de tierra natal es cuestionado por la movilización global, en tanto que la velocidad actúa como reducción que envejece el mundo. Se trata de una especie de polución de las distancias, paralela a la que concierne a las sustancias. Una revolución del transporte y las comunicaciones que hace al mundo instantáneo y descubre el “tiempo real”. Paul Virilio enfoca este proceso desde la nostalgia de la grandeza del mundo que ha virado de la idea del origen y la identidad hacia de la trazabilidad y el control. Una evolución que opone el tiempo largo rural –filmado en una trilogía por el propio Raymond Depardon- con el tiempo ultracorto de las telecomunicaciones y los jets. Un cambio visible en toda su trascendencia cuando en 2007 se pasó el umbral del 50% de población urbana en el planeta, acompañado de insólitos procesos migratorios, clandestinidad, campos de refugiados, muros y bidonvilles, contrastando con que más de la mitad de las 6000 lenguas del mundo están en peligro de desaparición. Movilidad y origen.

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MOVILIDAD HUMANA EN AFRICA

Mirando algunos mapas en la exigente selección cartográfica de Le Monde Diplomatique, en cuya presentación tiene mucho que ver  Philippe Rekacewicz, inicié una reflexión en torno a la movilidad humana, migraciones y turismo fundamentalmente, en el continente africano, apoyado en el estudio The myth of invasión. Irregular migration from West Africa to the Maghreb and the European Union, publicado por el INTERNATIONAL MIGRATION INSTITUTE, de la Universidad de Oxford, en octubre de 2007. Un primer mapa tomado de ese estudio deja ver la compleja trama de relaciones de movilidad en el conjunto de Africa.

Añado sin exhaustividad, algunas de las conclusiones del citado informe, en especial por el interés que tienen en el contexto de la relación de la migración africana al sur de Europa:

          La migración transahariana no es tan nueva ni tan masiva, teniendo raíces en la práctica nómada, la actividad comercial y los desplazamientos de los refugiados, así como en políticas nacionales “panafricanas”, en particular de la mano de Libia.

          La apocalíptica representación de un éxodo masivo y desesperado es errónea. Es una emigración fruto de elección familiar en busca de oportunidad tanto o más que fruto de la desesperación.

          Es un mito que todos los subsaharianos que atraviesan el Sahara lo hagan en dirección a Europa.

          El número de irregulares que intentan llegar a Europa estarían en torno a los 25.000 anuales. 

          La política europea de externalización del control ha provocado efectos negativos, diversificando las rutas a pie y marítimas y generando frecuente violación de los derechos humanos sobre los migrantes. Se puede cuestionar abiertamente que el control haya reducido el número total de irregulares transitando ante la imposibilidad de cerrar la línea prolongada del Sahara y del litoral africano.

          Es una ironía que las políticas represivas acaben por generar más migración irregular. Las mafias son un resultado de una política represiva que fomenta la ilegalidad. Se trata de políticas fallidas que no entienden la migración desde un enfoque integral sino como un problema a resolver.

          La emigración irregular genera economía en los países en tránsito. El Norte de Africa se configura como “”2ª mejor opción para muchos emigrantes subsaharianos”

          La estabilidad de redes de emigrantes en los países europeos de destino fomenta políticas de emigración “legal” o al menos de acogida familiar que alternan con la emigración ilegal. Las nuevas infraestructuras viarias (Argelia-Niger, Senegal-Marruecos), junto a los acuerdos comerciales y turísticos entre el sur de Europa y el norte de Africa, incentivan la movilidad humana.

          La segmentación de los diferentes mercados de trabajo y las transiciones demográficas del sur de Europa y norte de Africa pueden representar en un escenario realista un desplazamiento hacia el sur de las zonas de atracción.

          La doctrina tradicional de que una política de desarrollo es la alternativa a los movimientos migratorios no supone un corte inmediato a la tendencia migratoria. Por el contario, una política de desarrollo que mejore la cualificación de las personas, las anima a buscar nuevas oportunidades en otros entornos.

          Hay que mantener sin embargo que la no creación de canales legales que relacionen inmigración y mercados de trabajo, así como la persistencia de economías informales en el sur de Europa y norte de Africa, no harán sino seguir alimentando la actual migración irregular.

 

Como complemento a la lectura de esas conclusiones, puede seguirse la propuesta visua,l relatada en primera persona, de un emigrante camerunés en su trayecto hacia Europa,  ofrecida por  Olivier Jobard, en el documental  Kingsley’s Crossing.

Como contraste de la tupida red de desplazamientos migratorios, el mapa africano de llegadas turísticas internacionales es un vacío con manchas puntuales en tres o cuatro zonas, reflejo de la desigual distribución entre flujos turísticos mundiales y desarrollo económico.

 

 

El continente africano, para su pesar, está ligado a hambrunas endémicas, pobreza generalizada, enfrentamientos tribales, civiles o fronterizos, así como subdesarrollo. La actividad turística es escasa, pero debe ser relativizada tanto por su desigual distribución como por su evolución o impacto. El turismo africano se dice que balancea entre “el sueño y la pesadilla”. Pocos destinos gozan de atractivos tan ligados al misterio y sugestivos históricamente para el viajero como el continente africano. Sin embargo, un cúmulo de circunstancias adversas como las mencionadas, acaba por echar al traste tan fundadas esperanzas. Aquellos países que como Egipto, Marruecos o Kenia atraen a un buen número de turistas, no están exentos de que cualquiera de los problemas citados, a los que se une la amenaza terrorista, les afecte en cualquier momento, dando lugar a verdaderas hecatombes de su incipiente modelo turístico. La inseguridad, corrupción política, falta de condiciones higiénicas o sanitarias, malas infraestructuras y comunicaciones, ausencia de una clase empresarial inversora en el sector turístico y personal cualificado, son otros factores negativos que influyen en este desigual y escaso desarrollo. En 2006, las llegadas internacionales en África supusieron según la OMT 40,6 millones de turistas, un 8,8 de incremento respecto al año previo. Los datos tanto de la WTTC como  WTO describen importantes vacíos turísticos en el continente, con una distribución de las llegadas en tres áreas principales: África del Norte con 14,9 millones de turistas en 2006, con dos países recibiendo en torno a los 6,5 millones cada uno, pero con un crecimiento diferenciado: Túnez (3,3%) y Marruecos (12%). En el África Oriental destaca Kenia. En  África del Sur, Sudáfrica disfruta de una consolidada posición de cabeza en todo el continente, con 8,3 millones de turistas en 2006 y un crecimiento de un 9%.  Con todo, hay puntos, que pueden ser destacados en el mercado turístico mundial, generalmente en una evolución acorde al incipiente desarrollo económico de algunos de estos países. Gobiernos como Nigeria o Camerún también están apostando por mejorar su posición. Tanzania está beneficiándose de sus esfuerzos promocionales en EEUU. Los flujos turísticos internacionales están protagonizados mayoritariamente por los propios africanos, aun faltando verdaderos emisores regionales. El turismo europeo representa el segundo gran grupo de llegadas internacionales, si bien muy concentrado en los países del Norte.

NORTE DE AFRICA. Poco relevante en términos absolutos, sin embargo en algunos países –Túnez de manera destacada- el empleo, la aportación al PIB global, el porcentaje de inversiones y las exportaciones son sumamente importantes en las economías nacionales. El crecimiento actual (7,6%) como previsto para los diez próximos años (5,3%) está por encima de la media.

AFRICA SUBSAHARIANA. Con las siguientes, representa el nivel inferior entre el conjunto de 13 regiones estudiadas. Apenas perciben entre el 1,3% y el 0,8% del gasto turístico mundial,  hallando apenas un grupo de países con una oferta receptora turística que pueda ser llamada así. Ni el empleo porcentual, ni las entradas de las exportaciones, ni el consumo personal son aquí destacados. Su tendencia actual y futura de crecimiento (4,2%) es cercana a la media mundial.

 

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EL VIAJE MÁS LARGO

Olivier Jobard Inmigrantes subsaharianos 

Según el art. 13 de la Declaración Universal del los Derechos Humanos, “toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.  Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”. Sin embargo, 226.000 kilómetros de fronteras terrestres controlan, dificultan  o impiden el ejercicio de este derecho universal. Aún permanece abierta en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona,  FRONTERAS, una exposición destinada a   presentar algunos casos de fronteras que vienen a separar seres humanos y a negar el cumplimiento del derecho. La emigración subsahariana representa una de las rutas más inhumanas y arriesgadas para quienes maltrechos se enfrentan a una fatalidad de viaje que puede durar largos meses. Las fotografías de Olivier Jobard, como la que acompaña este texto, actúan como cuaderno de viaje para uno de estos subsaharianos en tránsito a Europa. Entre tanto estos emigrantes corren todos los riesgos, Europa necesita de su contribución para poder cubrir la demanda de trabajo existente. Según denuncian asociaciones de defensa de los derechos humanos, la política migratoria europea estaría causando con su estrategia represiva el efecto contrario al deseado, contribuyendo a multiplicar los riesgos de estos nómadas africanos y obligando a Marruecos a jugar un rol policial delegado por la comunidad europea a condición de no ver mermadas las contribuciones de ésta en cooperación económica. Un monográfico de la Fundación CIDOB, escrito por Mohamed Khachani, puede ayudar a conocer el contexto y magnitud del problema.El trayecto es demasiado largo y peligroso para ser llamado incluso viaje. ¿Acaso no es más una deportación?

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