Mirando algunos mapas en la exigente selección cartográfica de Le Monde Diplomatique, en cuya presentación tiene mucho que ver Philippe Rekacewicz, inicié una reflexión en torno a la movilidad humana, migraciones y turismo fundamentalmente, en el continente africano, apoyado en el estudio The myth of invasión. Irregular migration from West Africa to the Maghreb and the European Union, publicado por el INTERNATIONAL MIGRATION INSTITUTE, de la Universidad de Oxford, en octubre de 2007. Un primer mapa tomado de ese estudio deja ver la compleja trama de relaciones de movilidad en el conjunto de Africa.
Añado sin exhaustividad, algunas de las conclusiones del citado informe, en especial por el interés que tienen en el contexto de la relación de la migración africana al sur de Europa:
– La migración transahariana no es tan nueva ni tan masiva, teniendo raíces en la práctica nómada, la actividad comercial y los desplazamientos de los refugiados, así como en políticas nacionales “panafricanas”, en particular de la mano de Libia.
– La apocalíptica representación de un éxodo masivo y desesperado es errónea. Es una emigración fruto de elección familiar en busca de oportunidad tanto o más que fruto de la desesperación.
– Es un mito que todos los subsaharianos que atraviesan el Sahara lo hagan en dirección a Europa.
– El número de irregulares que intentan llegar a Europa estarían en torno a los 25.000 anuales.
– La política europea de externalización del control ha provocado efectos negativos, diversificando las rutas a pie y marítimas y generando frecuente violación de los derechos humanos sobre los migrantes. Se puede cuestionar abiertamente que el control haya reducido el número total de irregulares transitando ante la imposibilidad de cerrar la línea prolongada del Sahara y del litoral africano.
– Es una ironía que las políticas represivas acaben por generar más migración irregular. Las mafias son un resultado de una política represiva que fomenta la ilegalidad. Se trata de políticas fallidas que no entienden la migración desde un enfoque integral sino como un problema a resolver.
– La emigración irregular genera economía en los países en tránsito. El Norte de Africa se configura como “”2ª mejor opción para muchos emigrantes subsaharianos”
– La estabilidad de redes de emigrantes en los países europeos de destino fomenta políticas de emigración “legal” o al menos de acogida familiar que alternan con la emigración ilegal. Las nuevas infraestructuras viarias (Argelia-Niger, Senegal-Marruecos), junto a los acuerdos comerciales y turísticos entre el sur de Europa y el norte de Africa, incentivan la movilidad humana.
– La segmentación de los diferentes mercados de trabajo y las transiciones demográficas del sur de Europa y norte de Africa pueden representar en un escenario realista un desplazamiento hacia el sur de las zonas de atracción.
– La doctrina tradicional de que una política de desarrollo es la alternativa a los movimientos migratorios no supone un corte inmediato a la tendencia migratoria. Por el contario, una política de desarrollo que mejore la cualificación de las personas, las anima a buscar nuevas oportunidades en otros entornos.
– Hay que mantener sin embargo que la no creación de canales legales que relacionen inmigración y mercados de trabajo, así como la persistencia de economías informales en el sur de Europa y norte de Africa, no harán sino seguir alimentando la actual migración irregular.
Como complemento a la lectura de esas conclusiones, puede seguirse la propuesta visua,l relatada en primera persona, de un emigrante camerunés en su trayecto hacia Europa, ofrecida por Olivier Jobard, en el documental Kingsley’s Crossing.
Como contraste de la tupida red de desplazamientos migratorios, el mapa africano de llegadas turísticas internacionales es un vacío con manchas puntuales en tres o cuatro zonas, reflejo de la desigual distribución entre flujos turísticos mundiales y desarrollo económico.
El continente africano, para su pesar, está ligado a hambrunas endémicas, pobreza generalizada, enfrentamientos tribales, civiles o fronterizos, así como subdesarrollo. La actividad turística es escasa, pero debe ser relativizada tanto por su desigual distribución como por su evolución o impacto. El turismo africano se dice que balancea entre “el sueño y la pesadilla”. Pocos destinos gozan de atractivos tan ligados al misterio y sugestivos históricamente para el viajero como el continente africano. Sin embargo, un cúmulo de circunstancias adversas como las mencionadas, acaba por echar al traste tan fundadas esperanzas. Aquellos países que como Egipto, Marruecos o Kenia atraen a un buen número de turistas, no están exentos de que cualquiera de los problemas citados, a los que se une la amenaza terrorista, les afecte en cualquier momento, dando lugar a verdaderas hecatombes de su incipiente modelo turístico. La inseguridad, corrupción política, falta de condiciones higiénicas o sanitarias, malas infraestructuras y comunicaciones, ausencia de una clase empresarial inversora en el sector turístico y personal cualificado, son otros factores negativos que influyen en este desigual y escaso desarrollo. En 2006, las llegadas internacionales en África supusieron según la OMT 40,6 millones de turistas, un 8,8 de incremento respecto al año previo. Los datos tanto de la WTTC como WTO describen importantes vacíos turísticos en el continente, con una distribución de las llegadas en tres áreas principales: África del Norte con 14,9 millones de turistas en 2006, con dos países recibiendo en torno a los 6,5 millones cada uno, pero con un crecimiento diferenciado: Túnez (3,3%) y Marruecos (12%). En el África Oriental destaca Kenia. En África del Sur, Sudáfrica disfruta de una consolidada posición de cabeza en todo el continente, con 8,3 millones de turistas en 2006 y un crecimiento de un 9%. Con todo, hay puntos, que pueden ser destacados en el mercado turístico mundial, generalmente en una evolución acorde al incipiente desarrollo económico de algunos de estos países. Gobiernos como Nigeria o Camerún también están apostando por mejorar su posición. Tanzania está beneficiándose de sus esfuerzos promocionales en EEUU. Los flujos turísticos internacionales están protagonizados mayoritariamente por los propios africanos, aun faltando verdaderos emisores regionales. El turismo europeo representa el segundo gran grupo de llegadas internacionales, si bien muy concentrado en los países del Norte.
NORTE DE AFRICA. Poco relevante en términos absolutos, sin embargo en algunos países –Túnez de manera destacada- el empleo, la aportación al PIB global, el porcentaje de inversiones y las exportaciones son sumamente importantes en las economías nacionales. El crecimiento actual (7,6%) como previsto para los diez próximos años (5,3%) está por encima de la media.
AFRICA SUBSAHARIANA. Con las siguientes, representa el nivel inferior entre el conjunto de 13 regiones estudiadas. Apenas perciben entre el 1,3% y el 0,8% del gasto turístico mundial, hallando apenas un grupo de países con una oferta receptora turística que pueda ser llamada así. Ni el empleo porcentual, ni las entradas de las exportaciones, ni el consumo personal son aquí destacados. Su tendencia actual y futura de crecimiento (4,2%) es cercana a la media mundial.