El fallo del premio a la calidad del Consejo Oleícola Internacional (Mario Solinas) en su edición 2009, dado a conocer el pasado día 19 de mayo hace justicia a un aceite excepcional, fruto de una aventura única.
Estoy hablando del primer premio en la modalidad de maduros intensos, producido en Vale de Madeiro, en el concelho portugués de Mirandela, por Jeronimo Pedro de Mendoça de Abreu e Lima. En muy poco tiempo, apenas unos años de práctica, elaborando un aceite fruto de una muy reducida cosecha propia, Jeronimo entusiasmó primero a sus amigos y colegas olivicultores de Mirandela y Tras os Montes, y conquistó después el gusto de cuantos hemos ido reconociendo su excelencia y extremo cuidado.
Unas decenas de hectáreas de viejos olivares del Nordeste trasmontano son el sustento de la vida diaria de este olivarero por afición que remata una cena familiar en la Quinta da Fonte, haciendo una demostración práctica del último artilugio que había comprado para podar sus olivos. En aquella comida que compartimos un pequeño grupo de amigos junto a su familia una noche lluviosa de finales de enero, no nos sorprendió la exquisitez de la carne, las coles, patatas o los vinos, siempre de cosecha propia o cercana en este punto del mapa ibérico, sino unas setas desconocidas –era el propio Jeronimo quien las había identificado para la micología en esa zona- que comimos como el resto del menú junto a los aceites que poco a poco éste ponía sobre la mesa. Aún tengo el gusto de tener en casa una botella oscura con algo de aceite en su interior y una etiqueta adhesiva escrita a mano por el propio autor, que dice: “¿Te gusta este aceite? Experiencia”. Esa es la marca de calidad de Magna Olea: experiencia. He descrito alguna vez este aceite que se está produciendo en Vale de Madeiro y por eso el premio me sabe justo en la misma medida que me alegra por su hacedor, familia, amigos y olivareros de Mirandela y Tras os Montes. Un aceite que cuando fue catado en el pasado Festival do Azeite Novo en Mirandela el pasado febrero lo hizo acompañado de otras muestras de tan alta calidad como el galardonado ahora, lo que dice bien de la apuesta por producir aceites muy bien cualificados en Tras os Montes.
La vivencia de los grandes hechos es paralela a otras pequeñas grandezas humanas que cuando uno las encuentra, tiene el placer de disfrutarlas con intensidad y el regusto de no olvidarlas nunca. Tuve la intuición de que este aceite Magna Olea era digno de una experiencia memorable cuando descubrí en su alma, el espíritu de Jeronimo, un buen gastrónomo, un apasionado de la naturaleza y un contador de historias como sólo el mundo rural alimenta. Su relato narrado en la sobremesa de esa noche de enero, acerca de cómo escapar de un secuestro vivido en carne propia, o del 25 de Abril revolucionario, pasado al frente de un grupo de soldados ingresados enfermos en un hospital militar de Lisboa, mejoró pleno de hilaridad algunas de las mediocres películas que se han hecho sobre el tema y nos recordó a esa socarronería que los españoles percibimos en el cine de Berlanga, por citar un ejemplo cercano.
La llegada del premio hará, estoy seguro, que mañana a primera hora, sus pequeños ojos, miren aún con mayor entusiasmo el bosque de olivos que rodea la Quinta da Fonte. Feliz viaje, Jeronimo.
Nota. Ilustra esta nota laudatoria del aceite de un amigo, un dibujo de uno de los niños participantes en esa exposición que sobre la cultura del olivo tiene lugar cada mes de enero en Mirandela, gracias al trabajo eficiente de la vereadora Maria Gentil y el personal de la Camara Municipal de Mirandela, con la ubicua Madalena Ferreiro al frente.