Tourist Destinations (2003). Fuente: Worldmapper
Mañana se inaugura en Madrid, la XXIX edición de la Feria Internacional de Turismo (FITUR). Desde que con los albores del turismo rural en nuestro país, acudí por primera vez a FITUR en 1989, cada año vuelvo a escuchar para qué sirve o no sirve FITUR y si resulta o no conveniente acudir a este macro evento. Como a cada uno le va la feria de una manera, habrá respuestas para cualquier gusto y en verdad que parece evidente que no siempre hay una buena inversión por parte de algunos de los expositores, principalmente públicos, respecto a los beneficios cosechados. Pero siempre queda bien eso de estar presentes en un escaparate donde verdaderamente he visto y vivido alguna situación un tanto surrealista. En todo caso, con las mejores intenciones se sube mañana un telón de un sector acostumbrado a capear las crisis y que comienza a ser consciente de algunos desequilibrios que se relacionan tanto con la supuesta internacionalización de un fenómeno que verdaderamente es global pero muy desigualmente repartido, que acostumbra a viajar con dudosas compañías –inmobiliarias, transportes, infraestructuras-, que no siempre le reportan buenos influjos, y que se empeña en analizar la magnitud y singularidad del propio acontecimiento turístico desde ópticas un tanto estáticas –el viaje internacional, el alojamiento o la frontera como lugar de conteo-, frente al mundo líquido en que vivimos. A las nuevas tecnologías dedica esta edición una atención por medio de Fiturtech 09’ y en todo caso si estáis por Madrid, y sois más o menos profesionales de este mundo turístico, podéis resguardaros del frío viajando entre animadas conversaciones, personajes de aquí y de allá, famosos rodeados de folletos, empresarios y currantes, periodistas y turistólogos. La selva FITUR.