En los últimos días tuve ocasión de visitar dos villas romanas localizadas en provincias limítrofes y valorizadas ambas con igual intencionalidad turística. Sin quererlo, o tal vez sí, presentan una competitividad que puede ser tenida en cuenta a lo largo de la visita o en un posterior análisis.
En definitiva si se postulan con abierta vocación turística, como tal debieren ser evaluadas. Sin más rigor que el que corresponde a unas notas escritas tras la visita, estos son mis comentarios personales, ilustrados con algunas imágenes de ambas villas a las que sin duda recomiendo visitar.
MVR
En primer lugar me acerqué en las proximidades de Olmedo (Valladolid) al Museo de las Villas Romanas Almenara de Adaja-Puras, promovido por la Diputación de Valladolid. La visita incluye tres espacios diferenciados, dos cubos cerrados con un cubrimiento externo de madera en el caso de la villa original. El primero de ellos, un museo que pretende dar una visión completa de la vida rústica romana, objetivo tal vez demasiado pretencioso, obligado a incluir una temática tan extensa en la que se subrayan más los temas objeto de presentación, ilustrados con copias reproducidas e ilustradas, que la contemplación de determinadas piezas o recursos capaces de contextualizar e interpretar algunas ideas o contenidos centrales a transmitir. El segundo espacio visitable y verdadero eje de la propuesta es la Villa Romana de Almenara-Puras, que se recorre a través de una pasarela elevada que discurre por las 30 estancias que en su día tuvo esta casa levantada en el siglo IV. Algunos dioramas o ambientaciones contribuyen a informar con suficiencia, más que a interpretar, acerca de lo que fuera la villa. Finalmente, el turista tiene la oportunidad de acceder a la recreación de una “lujosa residencia de una villa bajoimperial” de los siglos IV-V d.C. Es aquí donde la interpretación hace aguas a mi entender, pues la maqueta no consigue un rigor más allá de la distribución espacial, puesto que las réplicas de mobiliario en madera o mimbre son más que deficientes, la pintura metálica sobre las paredes desluce lejos de imitar los frescos originales, la torpe e insuficiente simulación en las zonas de baño o en la cocina, amen de la falta de vida general que se trasluce de esta villa, no hacen sino resaltar su artificialidad y la falta de consecución de los objetivos perseguidos.
MVR
En primer lugar me acerqué en las proximidades de Olmedo (Valladolid) al Museo de las Villas Romanas Almenara de Adaja-Puras, promovido por la Diputación de Valladolid. La visita incluye tres espacios diferenciados, dos cubos cerrados con un cubrimiento externo de madera en el caso de la villa original. El primero de ellos, un museo que pretende dar una visión completa de la vida rústica romana, objetivo tal vez demasiado pretencioso, obligado a incluir una temática tan extensa en la que se subrayan más los temas objeto de presentación, ilustrados con copias reproducidas e ilustradas, que la contemplación de determinadas piezas o recursos capaces de contextualizar e interpretar algunas ideas o contenidos centrales a transmitir. El segundo espacio visitable y verdadero eje de la propuesta es la Villa Romana de Almenara-Puras, que se recorre a través de una pasarela elevada que discurre por las 30 estancias que en su día tuvo esta casa levantada en el siglo IV. Algunos dioramas o ambientaciones contribuyen a informar con suficiencia, más que a interpretar, acerca de lo que fuera la villa. Finalmente, el turista tiene la oportunidad de acceder a la recreación de una “lujosa residencia de una villa bajoimperial” de los siglos IV-V d.C. Es aquí donde la interpretación hace aguas a mi entender, pues la maqueta no consigue un rigor más allá de la distribución espacial, puesto que las réplicas de mobiliario en madera o mimbre son más que deficientes, la pintura metálica sobre las paredes desluce lejos de imitar los frescos originales, la torpe e insuficiente simulación en las zonas de baño o en la cocina, amen de la falta de vida general que se trasluce de esta villa, no hacen sino resaltar su artificialidad y la falta de consecución de los objetivos perseguidos.
VRO
En el valle palentino del Saldaña, la Villa Romana de la Olmeda ha sido objeto a lo largo de los cuatro últimos años de importantes trabajos de adecuación en el marco de un proyecto cultural y turístico donde se han invertido cerca de diez millones de euros y cuyos resultados se han mostrado al público tras su apertura la pasada primavera. Más de sesenta mil visitantes la han convertido de inmediato en el principal polo de atracción turística de Palencia y la Diputación de esa provincia se apresta feliz a duplicar el número de plazas del aparcamiento. Por cierto, que la localización del parking de vehículos es a entender de quien escribe uno de los peores logros del proyecto ejecutado, pues justo sitúa como una mancha a los vehículos estacionados delante mismo de la hermosa panorámica del conjunto del yacimiento ahora cubierto.
El cerramiento exterior del recinto a base de una espectacular estructura de acero corten y una cubierta de más de ocho mil m² a base de rombos de hierro, resulta de una belleza monumental que se contagia con igual carácter al interior del espacio. Si por fuera la forma se asemeja a cualquiera de las olmedas vecinas, y el color del acero se mimetiza del tostado rastrojo que yace en el suelo del valle, en su interior es capaz de dar lugar a un ambiente que eleva sin más ayuda que unos arcos de ladrillo y unas ligeras mallas de acero, la atmósfera construida de lo que debió ser en el siglo IV, la villa de la Olmeda. Este ejercicio interior de diáfana estructura se recorre por unas pasarelas tan ligeramente distribuidas a lo largo de las numerosas estancias de la villa, como los elementos de información e interpretación complementarias, situados con igual sutilidad y eficacia. La instalación didáctica y musealización es acorde con el espacio creado por el magnífico proyecto de Pedrosa y Paredes, sin interferir en el recorrido ni en la diáfana percepción que le distingue. Soportada en la narración que ofrece el viejo mayordomo de la casa, la información se presenta en base a cuatro estaciones localizadas en las zonas principales en torno a las que se forma la vivienda. Cada una de ellas está dotada de dos artefactos con programas audiovisuales de uso individual o colectivo, conteniendo un menú interactivo que permite una mayor o menos profundización en los contenidos. Sobre las pasarelas se hallan igualmente cuatro puntos de información que recrean en 3D las distintas estancias de la casa, así como catorce atriles informativos con distintos dibujos grabados en relieve. Una gran maqueta de la villa y una sala de audiovisuales cierran la visita, antes de dar paso a una sencilla zona de cafetería –servicio a mejorar- y tienda. Un lugar sin duda que marca un hito en la valorización cultural y turística de los yacimientos arqueológicos de época romana en nuestro país.
A mejorar en ambas Villas: señalización de acceso, comunicación en el caso del MVR, en especial el sitio web realmente deficiente.
PARA LEER:
Proyecto de Pedrosa y Paredes en la VRO: http://www.detail.de/artikel_museo-paredes-pedrosa_24209_Es.htm
Revista PATRIMONIO, artículos VRO: http://www.fundacionpatrimoniocyl.es/textosARQ.asp?id=485