Veintisiete de septiembre por la mañana, típico día otoñal. Evelyn Jagnow y Philipp A. Schmitt, de Caminos Auténticos; Theresa Guthrie de Awol in Granada; Francisco Lillo de la también granadina tienda de delicias gastronómicas La Oliva; Billy, Samy y Dany nuestros vecinos de Zuheros, y nosotros, Coco y Antonio habitantes del Paraíso de Olivos, disfrutamos de la panorámica que sobre Zuheros se abre cuando uno asciende hacia la Cueva de los Murciélagos. No lejos de allí, en medio del bosque, una verde mancha más, nuestro variopinto campo de olivos.
Hacia allá nos vamos, prestos a descubrir el estado de las aceitunas y tomar nuestra carga que luego machacaremos y convenientemente aliñaremos. Sentados sobre un fardo, aceitunas en las manos, nos sentimos pegados a ellas como cantan los versos primorosos de Jean Giono: « Je suis collé des deux mains dans cette glu d’olives. Que Dieu à l’instant même ferme le monde comme un libre et dise: C’est fini; que la trompette sonne l’appel des morts, je me présenterai au jugement en caressant des olives dans mes poches; et si je n’ai plus de poches, je caresserai des olives dans mes mains; si je n’ai pas de mains, je caresserai des olives dans mes os, et si je n’ai plus d’os, je suis sûr que je trouvarais un “truc” pour continuer à caresser des olives: ne serait-ce qu’en esprit »
En medio de acebuches y olivos narramos la evolución de nuestra cultura mediterránea, desde la luz de candiles y lucernas alimentadas de aceites lampantes hasta la madera de los viejos olivos de troncos retorcidos. Nos abrimos paso a través de una lujuriosa vegetación donde encinas, quejigos, madreselvas, tomillos y retamas están enredados entre endrinos y zarzas. Erguidos sobre piedras, olivos imposibles levantan exclamaciones entre los miembros del grupo.
Y luego, mojados por unas gotas de agua invisible, macacos en bandolera, nos aprestamos a cosechar una muestra de aceitunas hendeeras, sin que falte la copla de rigor o las picantes bromas entre sexos que acompañan cualquier día de recogida en el campo. Con las olivas tomadas, nos vamos hasta el Museo de Costumbres y Artes Populares Juan Fernández Cruz, donde además de la visita, nos espera un piscolabis preparado por Francisco con productos primorosos, a saber: Salmorejo con pan de Alfacar y Aceite de Carcabuey. Pimientos del Piquillo con atún en aceite de oliva y mayonesa de Palma del Rio. Jamón iberico de Bubión, chorizo y salchichón ibéricos de Bracana, patatas fritas de Priego con Espencat de Concentaina, Pan de la calle Panaderos del Albayzin de Granada, Uvas moscateles del pago de la Guindalera de Itrabo con las que se hace el sublime CALVENTE de Jete, Almendras marconas de La Contraviesa, Quesos de cabra semicurado y de cabra y vaca añejo de MONTEFRIO, de CUEVA DE LA MAGAHA ( «el parmesano granadino») de JALLENA, higos secos de La Contraviesa, secas de Huescar, regañas de Cordoba, vino tinto cabernet-sauvignon y turrón de chocolate de Mira y Llorens de Jijona..
Antes de entregarnos a ellos, hemos hecho una cata de aceites donde hemos degustado tres tipos de aceites, con la ayuda de una rueda sensorial que Antonio ha preparado. Conclusión sencilla: no es aceite todo lo que así se llama. Cómo hemos podido consentir llamara así a grasa de semillas, proclama Francisco con vehemencia.
Llegada la hora de machacar las aceitunas, Teresa y Evelyn disfrutan con la rústica maza que aprieta hasta reventar la piel suave y separa con facilidad el hueso de la pulpa de esta notable variedad de aceitunas de mesa. Pero es Phillipp quien destaca como machacador del grupo, y vista su natural vocación aceitunera, no dudamos en invitarle a estar con nosotros el próximo 7 de noviembre cuando tenemos previsto cosechar las aceitunas con las que crearemos el primer aceite de oliva biológico nacido de esta decena de variedades de olivo que desde hace unos cientos de años crecen en estos campos de las Quebradillas en Zuheros.
Todos se llevan con ellos los condimentos que servirán para aliñar sus aceitunas, una vez desamargadas adecuadamente durante las dos próximas semanas con cambios diarios del agua. Nuestra receta es la más tradicional del pueblo e incluye sal, ajos, corneta roja, tomillo e hinojo. Tal vez alguno se anime y se atreva a incluir algo de vinagre o tal vez algo de cáscara seca de naranja. Y luego, sólo… ¡buen gusto amigos!
Más INFO y FOTOS en PARAÍSO DE OLIVOS